domingo, 15 de mayo de 2011

Facundo: La Mudanza

Como les conté ayer, las cosas con Facundo venían cada día peor. La realidad es que cuando una relación se termina muchas veces pensamos en la soledad, pero ignoramos que ya estamos solas. Lejos habían quedado los planes de casamiento e hijos, hablar de eso era lograr irritarlo.
Lo más loco es que al comienzo fue él quien estaba desesperado por formar una familia. En fin, la cuestión que una mañana entre café con leche y tostadas me dijo que ya no tenía la ilusión de formar una familia y que quizás lo mejor era que nos separemos. Saben qué me dijo después?
- "Me voy a trabajar, hablamos esta noche cuando vuelvo" - me dio un beso y se fue. 

No hubo noche!

Llamé por teléfono a mi vieja y ella muy canchera vino a mi casa con una valija. "Agarrá la ropa que uses habitualmente, vos esta noche no dormís acá" 
Y así fue como entre llantos y ataques de histeria me fui con lo puesto a dormir a lo de mi mamá. 
De ahí en más descubrí que a Facundo le corría gasoil por las venas. Me dio plata para ayudarme a pagar los gastos y los adelantos de un alquiler, me ofreció que me lleve el lavarropas y todo lo que quisiera. La mudanza la hice en cuanto conseguí dónde vivir. 
Jamás, ni por error, me llamó para decirme que me extrañaba ni para saber si estaba bien. De un plumazo me borró de su vida. 

Además de malos recuerdos, de esa relación me quedó un Ipod, un lavarropas y dos sesiones semanales con la psicóloga. 

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