martes, 17 de mayo de 2011

Con polilla no se jode !

Acá nos llegó otra historia. Como no tenía título me tomé el atrevimiento de inventarlo.  Gracias Polilla por esa adrenalina y ese coraje.  






Se podría decir que soy una mina de decisiones rápidas, impulsiva, jugada, intensa, …

Si la vida fuera un bingo yo ya hubiera completado todos los porotos del cartón. Yo!!! Grita mi alma cuando algo me gusta y allá voy!
En el caso de mi primer amor fue diferente, fui yo la que fue elegida, andaba por la vida desprevenida y tranquila cuando el príncipe se acercó. Al principio, no le daba mucho crédito, digamos que me dejé llevar por las circunstancias, si me llamaba yo lo llamaba y si quería verme decía sencillamente que sí. Cero ansiedad, cero.
Claro! no sabía lo que era el amor, ese elixir adictivo que a veces se puede volver amargo.
Él era un chico muy interesante, a sus 22 años ya había viajado por varios países y tenía una visión interesante de las cosas y de la vida. Su familia bien posicionada económicamente había invertido muy bien en su educación.
Las cosas entre nosotros se fueron dando bastante bien, salíamos mucho a pasear, nos divertíamos muchísimo y a pesar de estudiar en distintas facultades, también compartíamos algunas tardes de estudio. Por supuesto con él fue mi primera vez y la química era perfecta. A la distancia el recuerdo sería cada vez más lindo si no fuera por como terminó.
Cuando estábamos por cumplir el segundo año de novios, lo empecé a notar un tanto diferente, algunas veces lo veía preocupado, algunos viernes se sentía mal y no quería salir. Sus reuniones con la gente de su facultad se habían hecho más frecuentes y yo percibía algo raro y estaba un poco celosa de una de sus compañeras de facultad.
Más que intuición femenina, creo que fueron visionarios cuernos inalámbricos! jajaja   Una tarde mientras hacía tiempo en la facultad para entrar a una clase pensé…esta duda que me carcome puede ser descifrada hoy mismo!
Tomé un taxi y me fui a la puerta de la sede de su facultad donde yo sabía que el cursaba ese día. Me paré atrás de un teléfono público y espere una media hora.
Al rato lo comprobé, él venía caminando de la mano con ella, su compañera de facultad que tanto frecuentaba.
Salí de atrás del teléfono y ellos me miraron sorprendidos. Ella se puso pálida y entró al edificio de la facultad. Él me dijo fríamente Qué haces acá?  y yo le respondí que quería hablar. Llego tarde a estadística me contestó y se metió al edificio dejándome ahí. Paradita en la vereda, llena de impotencia, dolor, desolación, angustia, tristeza y……….resentimiento!!
Me fui caminando unas cuadras y vi su auto estacionado al pocos metros de una ferretería. El dolor, la impotencia y la locura me habían cegado. Entré al local y el vendedor amablemente me preguntó qué necesitaba. Una lata chica de pintura sintética negra le conteste. El hombre  rápidamente me la trae y le pido si me ayuda a entreabrir la tapa. Le pago y me voy.
Me latía el corazón, se me caían las lágrimas, me temblaba el pulso.
El mundo desapareció,  sólo estaba yo con la lata en la mano, mis sentimientos destrozados, y su auto azul. Fue una catarsis. No me importó si me miraban, no me importó la gente, no me importó lo mucho que el cuidaba su auto.
Tire la lata de pintura encima del techo, la pintura comenzó a desparramarse rápidamente.
Sentí como si esa pintura hubiera salido desde el fondo de mi alma expulsada por la desilusión que provoca el engaño más imperdonable, el engaño de mi primer amor.
Polilla




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